La esperanza de los ilustrados en el XVIII, era transformar la sociedad en un conjunto útil y funcional, para lo cual era imprescindible “reconvertir” al grupo dirigente nobiliario en un sector “productivo”, por el que la tierra amortizada e improductiva en manos de la Iglesia y la nobleza ,debía pasar a hacendados que como alguno de los hijos de Baltasar Fuster, ya en el siglo XIX, protagonizarán un intento de revolución liberal burguesa frente a los representantes del antiguo régimen. En su lugar, en los últimos años del siglo XIX y comienzos del XX, el caciquismo sustentado por el bandolerismo y las oligarquías rurales, enterraron los principios de la Ilustración, dando paso a una de las etapas más oscuras de nuestra historia.