El tránsito de esta familia por nuestra tierra, desde Isabel Borja hasta Francisco Coloma Pujades y Borja, transcurrió a lo largo de casi trescientos años de nuestra historia, desde la toma de posesión hasta la pérdida de notoriedad del apellido que con el tiempo quedó opacado en favor de otros títulos nobiliarios. Durante esos años la villa transitó desde el culto musulmán al cristiano.